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jueves, 21 de marzo de 2013

Relato gay:Aventura con el novio de su madre

Mi nombre es Camilo, tengo 22 años y vivo en Bogotá. Mis padres decidieron divorciarse hace tres años y cada uno ha entablado una nueva relación de pareja. Me quedé a vivir con mi papá aquí en Bogotá porque ya había empezado la universidad. Mi mamá se fue a vivir a su ciudad de orígen, Barranquilla, ubicada en el norte del país, a orillas del Mar Caribe.

Para las vacaciones de mitad de año del 2008 fui a ver a mi mamá y a su pareja. Al llegar al aeropuerto ella me esperaba junto a él. Su nombre era Vladimir, un hombre trigueño, de estatura media (1,70 m) y cuerpo macizo. Tras la presentación de rigor y un par de frases corteses emprendimos el camino. La casa de mi mamá y su novio era un pequeño apartamento ubicado en el piso 11 de un edificio, con tres habitaciones y balcones con una gran vista.

Vladimir me trató amablemente desde el principio y me tranquilizó saber que se llevaba muy bien con mi madre. Tenía barba candado y ojos café, y después de un par de días en casa no pude dejar de notar su trasero perfecto que se dibujaba bajo sus pantalones. Siempre me han dado morbo unas buenas nalgas y las de él eran irresistibles, aunque yo lamentaba que no pudiese ocurrir algo entre los dos.

Barranquilla, al estar a nivel del mar es una ciudad con un clima muy caliente, a diferencia de Bogotá que está a 2.600 metros de altura y en donde llueve la mayor parte del tiempo. A la hora de dormir no usaba más que unos boxer sueltos de algodón. Un domingo, en el desayuno mi mamá me informó que estaría fuera todo el día y que Vladimir y yó debíamos ir a almorzar a un restaurante. Volví a mi habitación, intenté correr la puerta del balcón pero noté que estaba cerrada con llave. Llamé a Vladimir para que me diera una mano y al llegar a mi habitación con unas llaves en la mano vi que sólo traía un pequeño calzoncillo blanco.

Era la imágen que había imaginado desde el primer día, tenía las piernas gruesas y sus nalgas paraditas y de inmediato noté que estaba totalmente rasurado. Cuando me abrió la puerta se tumbó sobre mi cama y empezamos a conversar acerca de los sitios para ir a almorzar. Yo conecté el Nintendo para jugar un rato y me senté a su lado, en la cama. Cada vez que él miraba hacia otro lado yo le miraba el trasero y las piernas. La conversación avanzó y terminó preguntándome sobre mi novia, le contesté que hacía ya un par de meses que no estaba con nadie. Se sorprendío y me dijo con una sonrisa que no me creía porque yo era alto y atractivo. Sonreí también y le dije que me gustaban las chicas bandidas y de mente abierta.
Supe a donde iba a conducirnos aquel juego de palabras y cuando me preguntó a qué me refería le dije que a mí me gustaba el sexo anal con las chicas y que no todas estaban dispuestas a permitirme ese inmenso placer.
De inmediato se hechó boca a bajo en la cama e indagó acerca de porqué tenía yo aquella preferencia. Le contesté que disfrutaba a lo grande de la estrechez y la temperatura del culito. Ví como se sonrojó y cambió de tema. Tras otras dos preguntas salío de mi habitación y dijo que quería ver las noticias.

Cerca del medio dia me levanté a tomar una ducha y Vladimir salía del baño en una pequeña toalla, aquella imágen me excitó tanto que mi verga se pusó erecta y tuve que cubrila con mi toalla de mano. Al entrar yo al baño, él se quedó en la puerta y me dijo que no tendríamos que salir porque ya había ordenado algo, me sugirió que jugaramos Nintendo e hicieramos locha (en Colombia significa estar sobre la cama). Al salir de la ducha Vladimir estaba en el balcón de mi habitación con un calzoncillo negro, al entrar me quité la toalla y, desnudo, busqué algo para ponerme. Cuando tenía una bermuda playera me senté frente a la TV y con un gesto lo invité a que me acompañara.

No había terminado de sentarse cuando me dijo que ya entendía porqué las chicas se resistían a tener sexo anal conmigo, le pregunté cuál creía él que era la razón y contestó que debido al tamaño de mi pene. Agregó, en tono irónico, que sentía algo de temor de encontrarse solo y casi desnudo al lado de un "come culos" como yó.
Esa frase le dió la razón a mi instinto y de inmediato le dije que no debía preocuparse porque yo no hacía nada que la otra persona no quisiera. Agregué que si él se había fijado en mi verga, yo había admirado su gran culo también.

Ya no quedaba más por decir, me le fui encima y mientras mordía su cuello mis manos acariciaban su trasero. Le quité el calzoncillo y mis dedos empezaron a juguetear con su culito, que se dilataba tras cada toque. Se puso en 4 y le di una sesión de lengua por su culito rosado, Vladimir gemía y me miraba con absoluto deseo.
Tomó mi verga y le dió una mamada fantástica, yo le metía mi pene de 19 cm hasta el fondo de su garganta. Él me miraba de rodillas con mis testículos en su boca y no pasó mucho tiempo para que me sentara en la cama y él tomara su lugar sobre mi verga, inició lentamente pero después cabalgaba de forma frenética.
Era la cogida más caliente que había tenido en 19 años, cuando estaba a punto de reventar, le dije que ya iba a venirme, me dijo que lo que más deseaba era mi semen en su culo y que no iba a desperdiciar ni una sola gota. Y así fue, me vine dentro de él y al sentir mi semen caliente Vladimir eyaculó de inmediato.

Tuvimos sexo dos veces más durante aquella calurosa tarde. Al día siguiente, con mi mamá en casa, Vladimir estaba muy serio conmigo. Dos días después dijo que iría a visitar a su mamá y no volví a verlo los 10 días más que estuve allí.
Al poco tiempo terminó la relación con mi madre y no volví a saber nada de él, porque me daba pena preguntárselo a mi mamá. Solo me queda el recuerdo de aquella tarde de domingo en la que me comí el mejor culo del que tenga memoria, y eso que ya han sido unos cuantos.

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